lunes, 29 de mayo de 2017

Rutear por Escocia


Mi segunda visita a este país, famoso para muchos por su whisky y sus señores con falda de cuadros,  me confirmó lo que ya había sospechado, que su verdadero encanto no está en las destilerías sino en sus caminos, sus costas y sus montañas. Además, en contra de lo que muchos pueden pensar, y a pesar del frío clima, las gentes escocesas tienen un carácter afable y siempre una sonrisa que regalar. Así se minimiza la dificultad, que tenemos los que no controlamos el idioma, de entender su inglés-escocés.

Preparando el viaje, una de las cosas que más me preocupaba precisamente era esa, el idioma. Con mi bajísimo nivel de inglés, pensé que la cosa podría complicarse. Añadiendo a eso el hecho de que se conduce por el lado contrario, pues pensé que llegar allí de un lugar a otro sería un poco difícil. Pero la cosa resultó bastante sencilla. Una vez que piloto y acompañante se acostumbran a mirar primero a la derecha y luego a la izquierda, todo es conducir y disfrutar.

Volamos desde Barcelona a Edimburgo con Ryanair por unos 100€ ida y vuelta por persona. Alquilamos un coche en la compañía Green Motion. Su oficina no está con las demás en el párquing del aeropuerto, sino que tienen un mini bus en la parada número 4 que te lleva al lugar en unos 5 minutos. Cualquier vehículo es adecuado para moverse por las carreteras de Escocia, perfectamente adecuadas al clima. Eso sí, yo recomiendo un coche pequeño, porque hay muchas carreteras estrechas y algunas de un solo carril y teniendo en cuenta que se conduce por el lado contrario, un coche pequeño es muy práctico.

Nuestra primera parada fue en la capital, Edimburgo. Buscamos el alojamiento en Airbnb, os recomiendo la casa de Ewan, a las afueras de la ciudad, pero perfectamente comunicada y con lugar para dejar el coche sin problemas. El anfitrión es muy amable y detallista y la habitación limpia, acogedora y a muy buen precio. Desde allí fuimos al centro de la ciudad en autobús (recordad que debéis llevar el importe exacto, nos costó 1,60 libras,  no dan cambio).


La ciudad de Edimburgo tiene su encanto incluso lloviendo y con nubes. Maravillan sus puentes, edificios entre la niebla y sus alrededores verdes. Imprescindible pasear por la Royal Mille hasta el castillo y de vuelta hasta el Palacio. Adentrarse en los callejones, y tomarse un café o un té con un pastelito en una típica “Bakery”.



Si como nosotros eres más de naturaleza, estarás deseando conducir hacia el norte de la isla y conocer las tierras altas “Highlands”. En cuanto te alejas un poco de la capital, empiezas a disfrutar de los tonos verdes, marrones, negros y blancos que caracterizan esta tierra. Nuestra primera parada fue Pitlochry, en sus alrededores hicimos una bonita excursión (The Braes o Killiecrankie near Pitlochry).



Continuamos nuestro camino hasta Inverness, donde nos alojamos en el “Youth hostel”, con aparcamiento gratuito de noche y al lado de la calle principal. Allí puedes dar un paseo por el pueblo, que tiene como no, un bonito puente y muchas iglesias. Inverness se encuentra al lado del famoso Lago Ness, que merece también una visita, por lo curioso de sus negras y profundas aguas.

Bordeando el lago seguimos la ruta hacia el oeste, para cruzar un puente que nos llevó a la isla de Skye. Allí nos encontramos con una grata sorpresa, nos acompañaba un sol resplandeciente que hacía que el frío pareciera menos. Nuestra primera parada fue el Portree youth Hostel, allí dejamos nuestro coche y fuimos a dar una vuelta por el pueblecito, famoso por sus casas de color pastel en el puerto.


A pocos km de Portree empezamos nuestra ruta por el monte Storr. La mayoría de la gente sube hasta el Old Man Storr que es la famosa roca, y desde allí hay buenas vistas, pero si subes hasta la cima de la montaña, la naturaleza te hace un regalo espectacular. Una vista casi a 360º de la isla. Desde allí se puede ver el mar, las montañas, los valles, los lagos. La verdad, es que es de los paisajes más impresionantes que he visto en mi vida. Vale mucho la pena subir caminando, porque además la ruta es muy entretenida. Eso sí, se debe tener en cuenta que, el suelo mantiene la humedad, y aunque a la vista parece que la hierba está seca, esconde debajo un manto de barro el que se hunden los pies y que a veces causa resbalones. Imprescindible llevar calzado cómodo e impermeable.











Aquella noche llegamos ya tarde y algunos restaurantes estaban cerrados (sus horarios no son como los nuestros, muchos sitios cierran a las 9 de la noche o antes), pero encontramos un restaurante indio “Taste of india” que nos sirvió unas gambas con especias y arroz riquísimas.

Al día siguiente nos levantamos y seguimos nuestra ruta, hacia el norte, bordeando junto al mar. La carretera es bonita y hay algunos puntos donde parar, dar paseos y hacer buenas fotos, si el tiempo lo permite, porque cuando sopla el viento al lado del mar… es un poco difícil mantener la compostura. Pero vale la pena un poquito de sufrimiento por disfrutar de las vistas.



Llegamos a Duvengan, donde se puede visitar un castillo, como en casi todos los rincones de Escocia. Nosotros apostamos por comer algo en el restaurante tradicional BLAS donde nos pusieron una deliciosa sopa y un pescado estupendo. Luego compramos unos dulces y pan en una vieja pastelería también tradicional, regentada por una anciana muy carismática Skyes oldest bakery







La siguiente excursión fueron las Fairy Pools, unos saltos de agua que forman piscinas. El paseo es bonito, pero no esperes grandes cascadas ni piscinas espectaculares. Eso sí, te recomiendo poner en la mochila el chubasquero, por si te pasa como a nosotros y de repente el sol se convierte en nubes y empiezan a caerte copitos de nieve y luego vuelve el sol… todo un espectáculo de la climatología.


Se debe tener en cuenta que los senderos y caminos no están señalizados como estamos acostumbrados aquí y en algunos lugares, simplemente caminas por el prado, sin camino marcado. La verdad es que tuvimos que hacer uso del GPS en algunos momentos, por eso si no estás acostumbrado a caminar por la montaña y orientarte, mejor no camines sin tu GPS.

La última noche en la isla de Skye nos alojamos en otro hostel, que nos recomendó Ewan, el anfitrión del primer día. El hostel se llama Skyewalkers y se encuentra en la localidad de Portnalong. Es un bonito y acogedor albergue, con una decoración muy especial, y con todo lo necesario para desconectar y relajarse, eso sí, no esperes colgar las fotos de ese día, porque no hay wi-fi.

El último día lo dedicamos a volver hacia Edimburgo por la carretera del oeste que baja por el lago Lomond hasta Glasgow. Conducir por esta carretera es genial. Los paisajes son espectaculares, más si cabe que en otros lugares. Hicimos una parada en el lago Lomond, para caminar un rato y recargarnos de energía. La carretera bordea Glasgow por una especie de ronda, y sigue hasta el aeropuerto de Edimburgo, donde pasamos la última noche, para volar temprano de vuelta a casa.





Escocia es naturaleza, es contraste. Ir por una carretera y tener a un lado el mar y a otro las montañas nevadas, pasa en pocos lugares del mundo, así como encontrarte con unas simpáticas vacas con flequillo o con gente comiendo helados y en manga corta a 6º, mientras tú vistes tu abrigo y tu gorro y te tomas un café calentito. Bastantes cosas me han sorprendido gratamente en este viaje, entre ellas, la simpatía y amabilidad de los escoceses a pesar de su acento cerrado y mi dificultad con el idioma.





Tengo que destacar algo que me ha dejado un sabor amargo, os diré que cuando paseas por las montañas, encuentras bosques devastados por la mano del hombre. Parece ser que los terrenos son privados y la tala masiva y la venta de madera es uno de los principales comercios del país. Esto hace que las laderas de las montañas que antes eran bosque ahora sean planicies y algunas aún tengan los restos de los árboles cortados. Una pena, porque de verdad que los paisajes de Escocia son un regalo de la naturaleza que el hombre no sabe valorar.


El balance final del viaje, es indudablemente positivo, porque Escocia es un país espectacular, tanto su naturaleza como su gente te hacen olvidar las dificultades. Por supuesto las ciudades y castillos son dignos de una buena foto, pero a mi lo que más me ha gustado es que mires a donde mires encuentras regalos de la naturaleza. Me he llevado en mi memoria el cielo azul, los campos verdes, marrones, amarillos, las montañas verdes que se vuelven blancas en un rato. Los ríos, lagos, mares y  los bellos atardeceres en la mejor compañía. 100% recomendable.



Rutear por Escocia

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